
Las alcachofas, también conocidas como alcauciles en Jerez de la Frontera, son un verdadero regalo de la tierra. Su textura única y su sabor ligeramente amargo las convierten en un ingrediente muy apreciado en nuestra gastronomía. Prepararlas de forma adecuada permite disfrutar al máximo de sus cualidades, creando un plato que puede ser ligero y saludable, perfecto para incluir en una dieta equilibrada. Este humilde vegetal esconde una riqueza de matices que merece la pena explorar en la cocina.
Un poco de historia
El origen de la alcachofa se remonta a la región mediterránea. Se cree que proviene del cardo silvestre y que fue cultivada por primera vez hace siglos. Griegos y romanos ya conocían sus propiedades y la incluían en su dieta. Su cultivo se extendió por Europa a lo largo de la Edad Media y Renacimiento. En España, la alcachofa encontró un clima ideal, especialmente en zonas con inviernos suaves, convirtiéndose en un cultivo relevante en muchas regiones, incluida Andalucía. Su presencia en la cocina local, con recetas que han pasado de generación en generación, atestigua su arraigo cultural y gastronómico. La alcachofa permite preparaciones muy variadas, desde cocidas y aliñadas hasta guisos más elaborados.
La receta tradicional
Preparar alcachofas cocidas es una forma sencilla y deliciosa de disfrutarlas. Aquí una manera de hacerlo:
Ingredientes
- Alcachofas
- 1 cebolla pequeña
- 2 dientes de ajo
- Unas ramas de perejil fresco
- Pimienta molida al gusto
- 1 cucharada de pan rallado
- Aceite de oliva virgen extra
- Sal
- Agua
Preparación
Comience limpiando las alcachofas. Retire las hojas exteriores más duras hasta llegar a las más tiernas. Corte la parte superior y el tallo, dejando solo una base pequeña si lo desea. Parta cada alcachofa por la mitad o en cuartos, según su tamaño. A medida que las limpie, colóquelas en un recipiente con agua y un poco de jugo de limón. Esto ayuda a evitar que se oxiden y adquieran un color oscuro.
En una cacerola suficientemente grande, coloque las alcachofas limpias. Añada la cebolla cortada en trozos, los dientes de ajo enteros o laminados y el perejil picado. Incorpore el pan rallado, un chorro generoso de aceite de oliva, sal y pimienta molida. Cubra las alcachofas con agua. La cantidad de agua debe ser suficiente para que queden sumergidas.
Lleve la cacerola a fuego medio. Una vez que el agua comience a hervir, reduzca el fuego y cocine a fuego lento. El tiempo de cocción puede variar, pero generalmente estarán tiernas en unos 20 a 40 minutos. Puede comprobar si están listas pinchando la base con un tenedor. Debería entrar sin dificultad.
Sugerencias para completar el plato
Si desea añadir algo más de sustancia al plato, puede incorporar patatas y guisantes. Las patatas cortadas en trozos medianos se pueden añadir a la cacerola junto con las alcachofas al inicio de la cocción, o un poco más tarde si prefiere que queden menos blandas. Los guisantes se pueden añadir en los últimos 10-15 minutos de cocción. Esta combinación crea un guiso sencillo pero lleno de sabor y texturas.
Para acompañar este plato de alcachofas, una opción muy adecuada es un buen vino de Jerez. Un vino Fino o una Manzanilla fría realzan los sabores del plato y complementan la ligera amargura de la alcachofa de una manera excepcional. Es una combinación clásica de nuestra tierra que no defrauda.
Esperamos que disfrute preparando esta receta. Las alcachofas son un producto local que merece ser protagonista en nuestras mesas. Si busca más inspiración culinaria, le invitamos a explorar nuestro Recetario, donde encontrará otras propuestas para disfrutar de los productos de temporada y la cocina tradicional.
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