Jerez de la Frontera vive una noche dividida. La histórica Plaza de la Asunción es escenario de una polémica fiesta de Nochevieja. Mientras unos celebran, otros denuncian el ruido, la suciedad y el daño al patrimonio de esta joya arquitectónica. ¿Es compatible la diversión con el respeto al descanso y la conservación de nuestro pasado? Vecinos vs. Ayuntamiento: un debate que trasciende las campanadas.
¿Es la Plaza de la Asunción el escenario adecuado?
Plaza de la Asunción abarrotada en los momentos en los que escribo esta crónica está celebrando la Fiesta de Noche Vieja organizada por el Ayuntamiento de Jerez de la Frontera. Un estallido de júbilo, sin duda, para muchos, pero también un motivo de profunda preocupación para otros tantos. La icónica plaza, corazón histórico de Jerez, se ha convertido en escenario de una polémica que enfrenta el legítimo deseo de celebración con el respeto al descanso vecinal y la preservación de un patrimonio histórico incalculable.
Una aberración que en esta plaza monumental, uno de los conjuntos arquitectónicos y artísticos más destacados de España, donde se unen tres estilos: el renacentista, el mudéjar y el neoclásico. No es una plaza cualquiera. Es un crisol de historia y arte donde convergen siglos de cultura. En ella se alzan majestuosos edificios que son testigos mudos del devenir de Jerez.
En dicha plaza se encuentran:
- El Cabildo Antiguo, estilo renacentista. Imponente muestra de la arquitectura civil del siglo XVI.
- Iglesia de San Dionisio, de estilo gótico-mudéjar y dedicada al patrón de la ciudad. Un templo que fusiona la espiritualidad con la belleza del arte hispanomusulmán.
- Palacio de la condesa de Casares, que fue una antigua prisión de la Inquisición. Un edificio cargado de historia, a veces oscura, que forma parte del legado de la ciudad.
- En el centro de la plaza se eleva el monumento a La Asunción, en perfecto equilibrio con la belleza armónica del conjunto.
Este conjunto arquitectónico, único en su género, se ve ahora sometido a una prueba de fuego: una fiesta de Fin de Año organizada por el Ayuntamiento que se extiende por más de 12 horas.
Tras un mes de celebraciones prenavideñas marcadas por el bullicio y, según denuncian algunos, la suciedad de las zambombas, el Ayuntamiento de Jerez de la Frontera ha redoblado la apuesta con una macrofiesta que comenzó a las 13:00 horas y se prolongará hasta bien entrada la madrugada. La decisión de ubicar este evento en pleno corazón del casco histórico, precisamente en la Plaza de la Asunción, ha desatado una ola de críticas y quejas entre los residentes de la zona.
Una fiesta de Fin de Año de más de 12 horas en un entorno tan delicado plantea serios interrogantes. No se trata simplemente de una celebración popular, sino de una invasión sonora y logística que impacta directamente en la vida de los vecinos y en la integridad del patrimonio. Las quejas vecinales no se limitan al lógico malestar por el ruido y la alteración del descanso. Van más allá, apuntando a las consecuencias que este tipo de eventos suelen acarrear: suciedad, orines y otros desperfectos en las fachadas de edificios con siglos de antigüedad.
La imagen de personas orinando en muros históricos, vomitando en portadas renacentistas o arrojando desperdicios en un entorno declarado Bien de Interés Cultural resulta, cuanto menos, preocupante. Los vecinos se sienten desprotegidos ante la falta de medidas que garanticen su descanso y, sobre todo, la preservación de un patrimonio que pertenece a todos.
El Ayuntamiento, por su parte, se defiende argumentando la inexistencia de una normativa específica que regule este tipo de eventos en espacios históricos. Una justificación que resulta insuficiente para los vecinos, quienes exigen una mayor sensibilidad y una gestión más responsable del espacio público. ¿Es aceptable que la falta de una norma sirva de excusa para permitir una actividad que claramente atenta contra el patrimonio y el bienestar ciudadano?
La polémica está servida y plantea un debate fundamental sobre el equilibrio entre la celebración festiva y el derecho al descanso de los ciudadanos, así como la protección del patrimonio histórico en el centro de Jerez. ¿Es la Plaza de la Asunción el lugar adecuado para albergar una fiesta de estas características? ¿No existen alternativas que permitan la celebración sin comprometer el descanso vecinal ni la integridad del patrimonio?
Quizás, como se hace con la Feria del Caballo, sería momento de considerar la reubicación de estos eventos multitudinarios al Parque González Hontoria. Un espacio acondicionado para este tipo de celebraciones, donde cada negocio podría instalar su «caseta» y donde se podría disfrutar de las fiestas, incluyendo las zambombas, en un recinto adecuado sin perjuicio de los vecinos, su descanso, la suciedad y los daños al patrimonio cultural de todos. La Plaza de la Asunción merece un trato diferente, un respeto que vaya más allá de las palabras y se traduzca en acciones concretas. No se trata de prohibir la fiesta, sino de encontrar un equilibrio que permita la convivencia y la preservación de un legado que pertenece a la historia de Jerez y a la cultura de todos.
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