
El documental Jerez 1930, una verdadera joya del patrimonio audiovisual andaluz, es mucho más que una simple película; es un portal que nos transporta a una época de profundos contrastes y de una belleza singular. Formando parte de la prestigiosa serie «España histórica, monumental, artística e industrial«, esta pieza cinematográfica captura con asombrosa claridad la esencia de la ciudad jerezana a principios de la década de 1930. El proyecto, concebido y promovido por el Ateneo Jerezano, nació del deseo de inmortalizar la vida cotidiana y el esplendor arquitectónico de la ciudad en un momento crucial de su historia.
La vida en Jerez en la década de los 30
El rodaje, que abarca los años 1930 y 1931, nos ofrece una visión panorámica de un Jerez de la Frontera vibrante y en plena efervescencia. El metraje original, estrenado con gran pompa y expectación el 7 de julio de 1932 en el icónico Teatro Villamarta, se convirtió en un evento cultural de primer orden, demostrando el orgullo que la comunidad sentía por su ciudad y su legado. Desde sus primeros fotogramas, la película nos sumerge en una atmósfera de tradición y modernidad incipiente. Podemos ver calles empedradas por las que transitaban los primeros automóviles junto a los tradicionales carros de caballos, plazas llenas de vida con sus tertulias y paseos, y la majestuosidad de sus bodegas, verdaderos templos del vino.
Un legado audiovisual para las futuras generaciones
La importancia de este documento trascendió las décadas, y su preservación se convirtió en una prioridad para las autoridades locales. La administración municipal, consciente del valor incalculable de la cinta, asumió la custodia del material original. Fue en 1992 cuando se dio un paso crucial para asegurar que este legado no se perdiera en el olvido. La película fue sometida a un riguroso proceso de telecinado en Madrid el 7 de mayo de ese año, transformando la cinta de celuloide a un formato digital moderno (Digital-2). Este proceso no solo permitió detener la inevitable degradación del material fílmico, sino que también hizo posible la difusión del documental a una audiencia mucho más amplia, democratizando su acceso. El resultado de este trabajo de preservación es el montaje que hoy podemos disfrutar, una versión restaurada que mantiene la autenticidad y el encanto del original.
Un tesoro cinematográfico para reflexionar sobre el pasado
Ver Jerez 1930 es una experiencia profundamente emotiva y educativa. Es una oportunidad para conectar con las raíces de una ciudad que ha sabido mantener viva su identidad a lo largo del tiempo. A través de sus imágenes, podemos observar la arquitectura de sus iglesias, la solemnidad de sus monumentos, y la vida bulliciosa de sus gentes en sus quehaceres diarios. El documental capta la esencia del trabajo en las bodegas, la vendimia y el proceso de elaboración del jerez, un pilar fundamental de la economía y la cultura local. Para las nuevas generaciones, es una ventana única para comprender la fisonomía de la ciudad en una etapa muy diferente, y para los mayores, es un emotivo recuerdo de un pasado que, aunque lejano, sigue resonando en la memoria colectiva. En definitiva, Jerez 1930 es un tesoro cinematográfico que nos invita a reflexionar sobre la evolución de un lugar, sus costumbres y su gente, reafirmando el vínculo inquebrantable entre el pasado y el presente de Jerez de la Frontera.