Descubre la auténtica receta tradicional de tortas de Nochebuena de Jerez. Un viaje nostálgico al sabor dulce de la Navidad andaluza.
El sabor inolvidable de mi niñez en Jerez
La Navidad, para muchos, no es solo una fecha en el calendario, sino un torbellino de emociones, sonidos y, sobre todo, sabores que nos transportan directamente a la infancia. Para mí, la receta tradicional de tortas de Nochebuena de Jerez no es solo un conjunto de ingredientes y pasos; es el aroma inconfundible de la cocina de la abuela, el eco de villancicos flamencos y la magia de una Zambomba que sigue viva en mi memoria.
Jerez de la Frontera, mi tierra natal, se transforma en diciembre. Las calles se engalanan, las hogueras se encienden en los patios y el compás de la zambomba resuena hasta altas horas de la madrugada. Pero el corazón de esa fiesta, el verdadero espíritu de unión y celebración, se cocinaba en las cocinas de las casas de vecinos, donde las mujeres se afanaban en preparar los dulces que acompañarían el cante y el baile.
El ritual en la cocina de mi abuela
Recuerdo a mi abuela, con sus manos expertas y ligeramente enharinadas, amasando con una paciencia infinita. No había medidores sofisticados, sino el “a ojo” de la experiencia, el “pellizquito” de esto y la “poquita más” de aquello. El perfume del aceite de oliva virgen extra, frito con la cáscara de naranja y la matalahúva, inundaba cada rincón de la casa. Era una sinfonía de aromas que anunciaba que la Navidad estaba a la vuelta de la esquina.
Mientras las tortas finas y doradas salían de la sartén, burbujeantes y crujientes, esperábamos impacientes el momento del «enmelado». La miel, calentada con agua y una pizca de azúcar, esperaba para abrazar cada torta, cubriéndola con un brillo ámbar que las hacía irresistibles. Y el toque final, ¡los anisetes de colores! Esas pequeñas bolitas que se pegaban a la miel, añadiendo una explosión de color y una dulzura sutil que solo los niños sabían apreciar en su máxima expresión.
La magia de la Zambomba y el patio
No era solo comer; era participar. Ayudar a colocar los anisetes, llevar las tortas recién hechas a la mesa del patio, donde ya se congregaban tíos, primos y vecinos con sus guitarras, panderetas y, por supuesto, la zambomba. Sentarse alrededor de la hoguera, con el frío de la noche jerezana calando en los huesos, pero el calor del fuego y la dulzura de la torta en el paladar, mientras las voces se alzaban en un coro espontáneo.
Esos momentos, tan sencillos y auténticos, son los que forjaron mi idea de la Navidad. No son los regalos, ni los excesos, sino la compañía, la música, la tradición y, por supuesto, el sabor de unas Tortas de Nochebuena de Jerez hechas con amor y pasadas de generación en generación.
Receta tradicional de Jerez
Esta receta sigue las proporciones clásicas para obtener unas tortas finas, crujientes y bien «enmeladas».
Ingredientes
Para la masa:
- 1 kg de harina de repostería.
- 250 ml de aceite de oliva virgen extra (previamente frito con una cáscara de naranja y una cucharada de matalahúva/anís en grano).
- 250 ml de vino blanco (idealmente un Fino de Jerez).
- 250 ml de zumo de naranja natural.
- Una pizca de sal.
Para el baño (enmelado):
- 1 kg de miel de milflores.
- 1 vaso de agua.
- 2 cucharadas de azúcar.
- Opcional: Anisetes (bolitas de colores) para decorar.
Preparación paso a paso
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Aromatizar el aceite: Fríe el aceite de oliva con la cáscara de naranja y la matalahúva. Cuando la cáscara esté dorada, aparta del fuego, cuela el aceite y deja que se temple.
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Amasado: En un bol grande (o un lebrillo), pon la harina en forma de volcán. En el centro, vierte el aceite templado, el vino Fino, el zumo de naranja y la sal. Amasa con las manos hasta obtener una masa elástica que no se pegue a los dedos.
Truco jerezano: Deja reposar la masa tapada con un paño en un lugar cálido durante al menos 1 hora para que «sude» y sea más fácil de estirar.
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Estirado y Corte: Coge pequeñas porciones de masa y estíralas con un rodillo sobre una superficie aceitada hasta que estén muy finas (casi transparentes). Córtalas en tiras o rectángulos de unos 10-12 cm.
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Fritura: Fríelas en abundante aceite bien caliente. Al ser finas, se inflarán creando burbujas de aire. Deben quedar doradas pero no oscuras. Escúrrelas sobre papel absorbente.
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El Enmelado: En una olla ancha, calienta la miel con el agua y el azúcar. Cuando rompa a hervir y aparezca espuma, baja el fuego. Ve sumergiendo las tortas de una en una, dándoles la vuelta rápidamente para que se impregnen sin ablandarse.
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Presentación: Colócalas en una fuente y, si te gusta el estilo clásico de Jerez, espolvorea los anisetes de colores por encima mientras la miel aún está pegajosa.
Hoy, cuando preparo estas tortas en mi propia cocina, cierro los ojos y puedo sentir de nuevo el calor de la hoguera, escuchar el rasgueo de la guitarra y ver la sonrisa de mi abuela. Cada bocado es un viaje en el tiempo, un homenaje a mis raíces y una forma de mantener viva esa llama de la Navidad jerezana. Es la esencia de un pueblo, encapsulada en un dulce. Y esa es la verdadera magia de la Navidad.
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