Disfruta los pestiños de la abuela Matilde, una receta llena de amor y el sabor tradicional de Jerez de la Frontera.

Los pestiños de la abuela Matilde: Un dulce tesoro de Jerez

Los pestiños son, sin duda alguna, uno de los dulces más representativos y apreciados de la rica gastronomía jerezana. Su sabor inconfundible y su textura crujiente los convierten en una auténtica joya de la repostería, especialmente durante celebraciones como la Semana Santa y la Navidad. Estos pequeños bocados de felicidad no solo alimentan el cuerpo, sino también el alma, pues encierran en su masa la historia de nuestra tierra y el cariño de quienes nos precedieron.

Un viaje en el tiempo: Orígenes andalusíes

Para conocer la historia de los pestiños, debemos remontarnos a la época de Al-Ándalus, cuando la cultura árabe dejó una profunda huella en la península ibérica. Fue en este periodo de esplendor cuando nacieron estos exquisitos dulces, elaborados originalmente con miel y especias que deleitaron los paladares de la época.

Los pestiños se convirtieron rápidamente en una delicia muy popular, extendiéndose por toda la región y evolucionando con el paso de los siglos hasta fusionarse con las tradiciones cristianas. La herencia de preparar y disfrutar de estos dulces se ha mantenido viva hasta nuestros días, convirtiéndose en una parte esencial de nuestro patrimonio culinario y en un vínculo inquebrantable con nuestras raíces.

Tradición y sabor: Protagonistas en nuestras celebraciones

En Jerez, el aroma a pestiño es el anuncio oficial de que algo importante se celebra. Durante la Semana Santa o las zambombas navideñas, es común encontrar estos dulces en hogares, pastelerías y mesas familiares. Su elaboración se convierte en un ritual sagrado; una actividad que une a las familias en la cocina, entre risas y harina, evocando recuerdos de antaño.

El perfume del aceite de oliva virgen calentándose con la cáscara de naranja y el embriagador aroma de la miel inundan los hogares, creando un ambiente festivo y acogedor que permanece grabado en la memoria olfativa de todos los jerezanos.

La receta de la abuela Matilde: Un legado de puro amor

Hay recetas que se escriben con tinta y otras que se graban en el corazón. Hoy quiero compartir con vosotros los pestiños de mi abuela Matilde. Hablar de ellos es hablar de mi infancia. Todavía puedo verla en su cocina, con sus manos expertas y siempre cariñosas, trabajando con una paciencia infinita para regalarnos ese manjar que tanto nos gustaba.

Recuerdo con especial ternura cómo, al calentar la miel para el melado final, a veces se colaba alguna abeja curiosa en la cocina, atraída por ese aroma tan puro y dulce. Mi abuela, con esa calma que solo tienen las personas que cocinan con el alma, seguía dándoles forma a los pestiños, pensando siempre en el disfrute de sus nietos. Esta versión casera no busca la perfección estética, sino la autenticidad del sabor y el calor de un abrazo que ya hace años que nos falta, pero que renace en cada bocado.

Los ingredientes necesarios

Para recrear este pedacito de cielo en vuestra cocina, necesitaremos los siguientes ingredientes:

  • 2 kg de harina de repostería de buena calidad
  • Cáscara de una naranja madura
  • Matalahúva (anís verde)
  • Cáscara rallada de un limón fresco
  • Vino fino de Jerez (el alma de nuestra tierra)
  • Miel pura de abejas
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Anises de colores (para ese toque de alegría final)
Preparación paso a paso
  1. Aromatizar el aceite: Comenzamos calentando dos tazas de aceite de oliva en un perol. Freímos en él la cáscara de naranja hasta que esté bien dorada, lo que le dará un fondo cítrico maravilloso. Retiramos la naranja y, con el fuego ya apagado, añadimos la matalahúva con cuidado para que no se queme, pues amargaría. Colamos el aceite para desechar las semillas y lo dejamos atemperar.

  2. Crear la masa: En un recipiente grande (un lebrillo sería lo ideal), mezclamos la harina de repostería con el aceite que acabamos de aromatizar. Añadimos la piel rallada del limón, un vaso de vino fino de Jerez y dos vasos más de aceite natural.

  3. El amasado: Aquí es donde ponemos el corazón. Amasamos bien todos los ingredientes con energía y cariño hasta obtener una masa compacta, elástica y totalmente homogénea que no se pegue a las manos.

  4. Dar forma y freír: Extendemos la masa muy fina y vamos cortando y formando los pestiños con su doblez característica. Los freímos en abundante aceite de oliva muy caliente hasta que luzcan un color dorado precioso.

  5. El melado: En otro perol, calentamos la miel con un chorrito de agua para que sea más fluida. Cuando empiece a burbujear, sumergimos los pestiños con delicadeza, dejando que se impregnen bien de esa dulzura.

  6. El toque final: Escurrimos los pestiños y, antes de que se enfríen del todo, los decoramos con los anises de colores, tal y como hacía la abuela Matilde para hacernos sonreír.

pestiños abuela Matilde

Con esta receta, no solo estaréis preparando un postre, sino manteniendo viva una tradición que se niega a desaparecer. Los pestiños de la abuela Matilde son un recordatorio de que las personas que amamos nunca se van del todo mientras sigamos cocinando sus recuerdos. Anímate a prepararlos y comparte este tesoro de la repostería jerezana con los tuyos.

Imagen de la cabecera generada por IA

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