Emilio ‘El Guardia’ fue un hombre libre en una sociedad esclavizada. A pesar de su discapacidad, vivió su vida con libertad y alegría. Con su uniforme de guardia municipal, encabezaba desfiles y procesiones en las calles de Jerez. Su popularidad trascendió fronteras y dejó un recuerdo imborrable en el corazón de quienes lo conocieron. Descubre la historia de este personaje único e irrepetible.

Cuando nos creemos que esta sociedad moderna es una sociedad de personas libres, a veces me pregunto que dónde está esa libertad.  Y es que si lo pensamos bien veremos que son muchas las cosas que esclavizan al hombre moderno, porque los cauces donde discurre nuestra libertad son tan estrechos que a veces nos ahogan. Somos esclavos del trabajo, de la hipoteca, de la electrónica, de los bancos, de los hijos, de nuestras ambiciones, de nuestra rutina, del dinero, del que dirán, de las normas, de las prohibiciones, de las leyes y hasta del propio Estado.

Sólo he conocido en toda mi vida a un hombre completamente libre, y este hace poco nos ha dejado para siempre. Fue Emilio Guerrero Lozano, más popularmente conocido como Emilio «El Guardia”. A pesar de su discapacidad tuvo la dicha de vivir libre como los pájaros, su libertad sólo tenía una frontera, la que marca en casco histórico de Jerez. Hacía lo que le gustaba y quería, disfrutaba del cariño de la gente y le importaba un pimiento tantas y tantas cosas que a los demás nos preocupa y aflige.

¿Quién no vio alguna vez a ese hombre con guantes blancos y  silbato encabezando cualquier procesión, cabalgata o desfile por las céntricas calle de Jerez? era Emilio “El Guardia”. Creo que pocos han sido ajenos a la figura de este hombre, muy metido en su papel de policía, serio como corresponde a su interpretación, vestido de corbata y traje gris, e indicando a la gente que se aparten y abran sitio porque llega el desfile procesional.

Emilio, personaje entrañable donde los haya, nació allá por el año 1936. Según decía su hermana Luisa, a su madre, cuando estaba embarazada se le presentó una apendicitis aguda, por lo que hubieron de operarla de urgencia en el Hospital de Santa Isabel. La falta de medios en aquellos tiempos y lo rudimentaria de la anestesia a base de éter o cloroformo pudo causarle al feto alguna lesión cerebral irreparable. Aunque al nacer fue bautizado, al llegarle la edad en la que los niños hacen su primera comunión, nadie lo consideró capacitado para ello, por lo que tardaría en hacerla nada menos que 57 años, creo que ha sido el bautizado que la hizo con mayor edad.

La vocación de guardia le vino al bueno de Emilio desde muy lejos, ya que cuando sólo tenía diez años de edad se solía poner junto a los guardias municipales que dirigían el tráfico y los imitaba. Un día de procesiones le cogió a su hermano mayor, que estaba haciendo la mili, sus guantes blancos del uniforme y se los colocó. Ya desde entonces esta prenda fue para él un inseparable símbolo de “autoridad” a la hora de prestar sus servicios en la vía pública.

En cierta ocasión, y tras haber realizado su habitual labor encabezando los desfiles un día de Semana Santa, llegó a su casa más contento que unas pascuas, traía en el bolsillo un billete de 20 duros que le había dado como gratificación nada menos que Álvaro Domecq, a la sazón alcalde de la ciudad. Aquello fue para Emilio igual que el primer sueldo de un primer trabajo. Desde entonces ya se consideró como un miembro más de la plantilla de la guardia municipal.

Pero no sólo lo veíamos encabezando desfiles, sino que además hubo una época en la que cuando veía coches mal aparcados se indignaba y les ponía un papel en el parabrisas a modo de multa. Algo que también llamaba la atención era cuando Emilio, “escoltando” la custodia del Corpus, a su paso por las calles hacía un enérgico gesto con las manos como queriendo decir: ¡arrodíllese, arrodíllese!. Incluso llegó una vez a quitarle el sombrero de un manotazo a uno que no se había descubierto al paso del Santísimo como manda el respeto. Desde luego que no ha habido en Jerez un guardián voluntario más fiel y eficiente. Por ello, el 27 de marzo de 2007, la Asociación Santo Ángel de la Policía Nacional le rindió un emotivo homenaje en el que se le impuso una medalla con esta grabación: “Por muchos años de servicio en su condición de “Emilio el Guardia”. Emilio fue un personaje muy popular y querido por todos. Su popularidad llegó incluso a traspasar fronteras cuando, en agosto de 2011, la revista corporativa de la compañía aérea Vueling publicó en inglés una amplia semblanza de nuestro simpático, único e irrepetible Emilio “El Guardia”, ahí es nada.

El 14 de agosto de 2016 Emilio ‘El Guardia’ se marchó para siempre a otro lugar, a esos espacios infinitos donde reina el Creador. Y aquí en su ciudad dejó para siempre el recuerdo de una figura única e irrepetible que permanecerá eterna en el corazón de todos aquellos que le conocimos. Una figura tan jerezana como el Gallo Azul o las palmeras de Plaza del Arenal.

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