
El corazón comercial del centro late con fuerza desde hace mucho tiempo. Hablamos, claro, del Mercado de Abastos de Jerez de la Frontera «La Plaza», un edificio con una trayectoria fascinante que se remonta a mediados del siglo XIX y que sigue siendo hoy un punto de encuentro esencial en la vida de la ciudad. Conocer su origen nos ayuda a entender mejor una parte importante de nuestra historia local.
Los primeros pasos de un gran proyecto
La idea de un mercado central para Jerez de la Frontera comenzó a tomar forma hacia 1840. Los documentos municipales de la época ya recogen esta necesidad. Sin embargo, pasar del papel a la realidad llevó su tiempo. La construcción del edificio que hoy conocemos no se puso en marcha de manera decidida hasta el último tercio de ese siglo, un periodo de importante desarrollo urbano en la ciudad.
Piedra a piedra, un mercado toma forma
Fue un día de verano, el 29 de junio de 1873, cuando se dio un paso fundamental: se colocó la primera piedra del futuro mercado. El lugar elegido, estratégico y céntrico, estaba situado entre las calles Doña Blanca y Parada y Barreto. El proyecto, ambicioso para la época, contemplaba una superficie de 3.228 metros cuadrados y fue diseñado por el arquitecto José Esteve y López, cuya visión dejó una marca palpable en este y otros rincones de Jerez.
Superando obstáculos hasta la inauguración
El camino hasta ver el mercado terminado no fue sencillo. Hubo varias paralizaciones en las obras, contratiempos que retrasaron su puesta en marcha. A pesar de las dificultades, el empeño por dotar a Jerez de un mercado moderno y funcional prevaleció. Finalmente, la espera terminó el 25 de abril de 1885, fecha en la que se celebró la esperada inauguración. Desde entonces, este edificio ha sido testigo y protagonista del día a día de los jerezanos, un lugar donde encontrar los mejores productos y compartir el pulso de la ciudad. La Plaza de Abastos no es solo un edificio, es parte de la identidad de Jerez.