Descubre la fascinante historia de Marie Bertan de Senges, la pionera del globo aerostático que recorrió Europa y dejó su huella en Cádiz en 1850. Un viaje a través del tiempo para conocer a una mujer audaz y su legado inspirador.

Cádiz, ciudad de vientos y sal, ha sido testigo de incontables historias fascinantes a lo largo de los siglos. Pero, ¿sabías que en 1850, una intrépida mujer francesa, Marie Bertan de Senges, se propuso conquistar sus cielos con un espectáculo de globo aerostático? Su nombre quizás no resuene en las enciclopedias, pero los archivos gaditanos guardan celosamente el rastro de su aventura, una historia que merece ser contada y que nos habla de audacia, espectáculo y de una época donde volar era pura magia.

Una petición de altos vuelos: permiso para soñar en la arena de la plaza de toros

Imagínate el Cádiz de mediados del siglo XIX. La ciudad bullía con la vida portuaria, el comercio y el eco de las olas. En este contexto, el 25 de febrero de 1850, Marie Bertan de Senges, aeronauta francesa de renombre, presentó una solicitud al mismísimo Gobernador Civil de la provincia. No pedía poco: permiso para realizar funciones aerostáticas en la plaza de toros de Cádiz. ¡En la plaza de toros! Un escenario grandioso para un espectáculo que prometía ser inolvidable.

En su instancia, que hoy reposa en el Archivo Histórico Provincial de Cádiz, Marie no se andaba con rodeos. Se presentaba como una profesional experimentada, recordando que ya había realizado ascensiones con su marido, el fallecido Mr. Arban. Pero la cosa no quedaba ahí. Consciente de los desafíos de la época, Marie era previsora y astuta. Solicitaba que se avisara a las autoridades de los pueblos cercanos, por si el viento jugaba una mala pasada y la llevaba a aterrizar en tierras lejanas. Pedía auxilio, un salvoconducto y, atención, ¡una pareja de la Guardia Civil o tropa de Caballería! ¿La razón? En aquel entonces, los globos no tenían GPS ni sistemas de navegación. Aterrizar era una aventura a merced del viento. Y no solo eso, recordemos que el propio Mr. Arban en una ascensión anterior ¡acabó en el Campo de Gibraltar y tuvo que ser rescatado! Además, existía el riesgo de ser asaltado al tomar tierra, víctima de malhechores o de campesinos asustados por la aparición de aquella extraña burbuja gigante. Marie no quería sorpresas desagradables.

Entre sillas de alquiler, gas defectuoso y un aterrizaje en «la huerta de las Anclas»

Los documentos del archivo nos revelan que las autoridades gaditanas se tomaron en serio la petición de Marie. Se enviaron oficios a alcaldes y a la Guardia Civil para que prestaran socorro a la aeronauta en caso de descenso inesperado. Se gestionó el alquiler de sillas y bancos para el público ansioso por presenciar el espectáculo. Pero, como suele ocurrir, no todo fue un camino de rosas. La meteorología y la calidad del gas jugaron malas pasadas. Varias comunicaciones dan cuenta de funciones que tuvieron que ser suspendidas por el mal tiempo o por un gas de mala calidad. ¡Imagínate la decepción del público y el lío de las devoluciones del coste de las localidades!

Sin embargo, la aventura de Marie en Cádiz tuvo su momento culminante. El 15 de marzo de 1850, el alcalde de San Fernando comunicó al Gobernador Civil que el globo había descendido en un lugar llamado “la huerta de las Anclas”. Un final feliz para una intrépida aeronauta que dejó su huella en los archivos gaditanos y, seguramente, en la memoria de aquellos que la vieron surcar los cielos de Cádiz. Marie Bertan de Senges, una mujer que voló alto, muy alto, en una época donde el cielo era el límite para las mujeres aventureras.

Senges
Solicitud de Mdme. Bertran de Senges al Gobernador Civil para verificar una ascensión en la Plaza de Toros de Cádiz (25 de febrero de 1850)
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