La capital gaditana se enfrenta a una realidad que va más allá de la suciedad y la dejadez: una escalofriante proporción de seis ratas por habitante en Cádiz. Este dato, divulgado por la patronal hostelera (HORECA) y corroborado por la creciente alarma social, no solo es llamativo; es una señal de crisis de salud pública y de un evidente fracaso en el control de plagas que asfixia a la histórica ciudad.

Mientras los vecinos denuncian la invasión de roedores que campan a sus anchas por parques, calles y fincas abandonadas, la cifra de ratas por habitante en Cádiz se ha convertido en el símbolo de la inacción municipal. En un contexto de retrasos en las adjudicaciones de contratos de control de plagas y constantes quejas por la falta de limpieza, la ciudad parece estar siendo devorada por un problema que crece exponencialmente.

Roedores en el Centro Histórico: De la denuncia al horror cotidiano

El problema ya no es exclusivo de zonas periféricas. Informaciones recientes confirman que las ratas son vistas «por docenas a plena luz del día» en barriadas, y focos de roedores han surgido en pleno centro, como en el entorno de Puerto Chico, a causa de fincas abandonadas que se han convertido en madrigueras. Esta presencia masiva no es solo una cuestión estética o de higiene, sino un riesgo latente.

Los roedores, con su rápido ciclo reproductivo, no solo transmiten enfermedades; también causan daños materiales de consideración. En otras zonas de la Bahía, se han reportado incidentes donde las ratas han provocado subidas de tensión eléctrica al roer cables, dejando a vecinos sin luz y con electrodomésticos estropeados. Los vecinos de la capital, ante esta realidad, se sienten «hacinados» y desprotegidos, en una ciudad donde, paradójicamente, hay más ratas que espacio de esparcimiento.

La batalla política: ¿Dejadez o inacción estratégica?

La crisis de las ratas por habitante en Cádiz ha saltado de las alcantarillas a los plenos municipales. La oposición ha denunciado reiteradamente la «dejación y la inacción» del Gobierno local, acusando a la gestión de tener a la ciudad «más sucia que nunca«. La falta de una estrategia integral y los fallos en la planificación de la limpieza y desratización son señalados como los principales culpables de que el problema se haya descontrolado de esta manera.

El control de plagas requiere una acción constante y bien coordinada, algo que parece haber brillado por su ausencia. Mientras tanto, los negocios, las viviendas y los parques para mayores y niños se ven invadidos por esta vergonzosa realidad que afecta a la imagen y, lo que es más grave, a la salud de los gaditanos. Una ciudad tan emblemática y cargada de historia no merece convivir con una población de ratas seis veces superior a la de sus habitantes. Es hora de que las autoridades actúen con la urgencia que requiere este alarmante ratio de ratas por habitante en Cádiz.

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