Recordamos un episodio oscuro y poco conocido de la historia de Jerez de la Frontera: el arresto en el cortijo de Casarejos y los fusilamientos de 1823 en la Alcubilla, un cruel ejemplo de la represión contra los liberales tras el Trienio.

El 2 de noviembre de 1823 marcó el inicio del fin para Terán y un grupo de dieciséis valientes constitucionales, capturados en el cortijo de Casarejos. Este suceso, que culminaría con los fusilamientos de 1823 en la Alcubilla dieciséis días después, es un crudo recordatorio de la violencia desencadenada en la provincia con el regreso del absolutismo de Fernando VII, marcando el inicio de la temida Década Ominosa.

El contexto histórico: El fin del Trienio Liberal

Para comprender la magnitud de los sucesos de noviembre de 1823, es esencial situarse en el contexto de la época. El Trienio Liberal (1820-1823), un periodo de monarquía constitucional y reformas, había sido aplastado por la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis, un ejército francés enviado por la Santa Alianza para restaurar el poder absoluto de Fernando VII.

La vuelta al poder del monarca supuso una brutal ola de represión contra todo aquel que hubiera defendido la Constitución de Cádiz de 1812 o formado parte de la Milicia Nacional. Miles de liberales fueron encarcelados, torturados, exiliados o ejecutados. Estos fusilamientos de 1823 en Jerez se enmarcan dentro de esa campaña de venganza que buscaba eliminar cualquier vestigio del espíritu revolucionario.

De Casarejos a la Alcubilla: Escenario de los fusilamientos de 1823

La crónica histórica es concisa pero escalofriante: el día 2 de noviembre de 1823 fueron presos en el cortijo de Casarejos, en el entorno de Jerez, Terán y su partida, compuesta por un total de 16 constitucionales. Su detención no fue casual, sino la culminación de una búsqueda incesante de los que el régimen consideraba «rebeldes».

La suerte de estos hombres estaba echada de antemano por el clima de terror y la ausencia de garantías legales. Todos ellos fueron «puestos en capilla» para ser ejecutados. La sentencia se cumplió el día 18 de ese mismo mes. El lugar elegido para llevar a cabo los fusilamientos de 1823 fue la Alcubilla, un paraje que desde entonces carga con el peso de esta matanza indiscriminada y cruel contra la libertad.

Los fusilamientos de 1823 representan no solo la muerte de 17 hombres, sino el ahogamiento de un proyecto político basado en la soberanía nacional y los derechos individuales. El recuerdo de Terán y sus compañeros es un testimonio permanente de que la historia no debe olvidar a quienes lucharon por un ideal de libertad en la época de la opresión más despiadada.

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