Tal día como hoy, un 13 de octubre pero del año 1627, la ciudad de Jerez de la Frontera inscribió una fecha memorable en sus anales de fervor religioso. El Cabildo Municipal acordó de forma solemne y entusiasta admitir a Santa Teresa de Jesús como patrona de España, uniéndose así al fervor nacional que recorría la península tras su canonización y los debates sobre su patronato. Este acto no fue una simple formalidad; fue una declaración pública de devoción que colocaba a Santa Teresa en el altar espiritual de la ciudad.

El año 1627 marcó la segunda gran pugna histórica por el copatronato de España, un pulso entre la tradición, representada por el Apóstol Santiago, y la pujante modernidad mística, encarnada en Santa Teresa. Las Cortes, reunidas bajo el reinado de Felipe IV, habían refrendado el deseo de que la Doctora Mística fuese reconocida como copatrona de los reinos. Este decreto, ratificado por una bula del Papa Urbano VIII, encendió la mecha de la adhesión en municipios de toda la geografía española, y Jerez de la Frontera no fue la excepción, demostrando su profunda conexión con los movimientos de piedad de la época.

Una fiesta ‘como a patrona de España’

Según recogen las crónicas históricas de la ciudad, el acuerdo del Cabildo no solo se limitó a la simple admisión del patronato. Los ediles jerezanos propusieron inmediatamente celebrar una fiesta anual a la altura de un patronazgo nacional. La intención era clara: honrar a Santa Teresa con la mayor solemnidad, dedicándole una jornada de celebraciones religiosas que perpetuara la memoria de su figura y su valía para la Corona de Castilla. Esta decisión reflejaba la influencia de la orden de los Carmelitas Descalzos, fundada por Santa Teresa, cuya presencia en la ciudad contribuyó a la propagación de su figura.

La figura de Santa Teresa de Jesús trascendía lo puramente religioso. Su legado se convirtió en un símbolo de las virtudes castellanas, de la capacidad de reforma y de la profundidad intelectual, calando hondo en la sociedad del Siglo de Oro. Al admitirla como patrona, Jerez de la Frontera no solo abrazaba a una santa, sino también un ideal cultural y político de la España de los Austrias.

El eco histórico de un voto de fe

Aunque el patronato de Santa Teresa en España fue un asunto de intermitencias y polémicas que se resolvió definitivamente a favor de Santiago como único patrono hasta la llegada del copatronato en épocas más recientes (actualmente es también Doctora de la Iglesia), la decisión del 13 de octubre de 1627 es un testimonio imborrable de la piedad jerezana. El compromiso de celebrar su festividad «como a patrona de España» demuestra la intensa y sincera devoción que la figura de la Santa Teresa reformadora despertó en la capital del vino.

Para Jerez, aquel día de otoño supuso la renovación de sus votos con la fe y con una de las personalidades más influyentes de su historia religiosa y literaria. Una efeméride que nos recuerda cómo la fe de un pueblo se plasma en decisiones municipales que perduran a través de los siglos, manteniendo viva la llama de la admiración por Santa Teresa.

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