
El Archivo Municipal de Jerez de la Frontera alberga tesoros que nos permiten viajar en el tiempo y conocer cómo se vivían antaño festividades tan arraigadas como la Semana Santa. Gracias a la labor del archivero municipal Adolfo Rodríguez Rivero, en su artículo “Recuerdos de un siglo. Fiestas de la Semana Santa en Jerez, en el 1818”, hemos podido asomarnos a las curiosas reglas que las autoridades exigían a los ciudadanos jerezanos durante esos días de recogimiento. Estas normativas, lejos de ser meras anécdotas, nos ofrecen una valiosa perspectiva sobre las costumbres y la mentalidad de la época.
Normas para la devoción y el orden
Entre las disposiciones más llamativas, encontramos la firme prohibición de prácticas como los disciplinantes y empalados, espectáculos considerados inapropiados para la solemnidad de la Semana Santa. Esta medida, que ya venía de una Real Provisión de 1777, buscaba mantener un ambiente de respeto y devoción, evitando cualquier manifestación que pudiera perturbarlo. Asimismo, se regulaba estrictamente la música que podían interpretar los músicos, quienes debían limitarse a marchas devotas, dolorosas y piadosas, acompañando únicamente los cánticos del Miserere o del Stabat Mater. Incluso la forma de pedir limosna por parte de los demandantes estaba sujeta a normas, exigiéndoseles moderación y un tono devoto en sus voces.
Semana Santa 1818: Restricciones en la vida cotidiana
Las regulaciones no se limitaban a los actos religiosos, sino que también abarcaban aspectos de la vida cotidiana. Resulta curioso observar cómo se prohibía que hombres y mujeres subieran juntos al Calvario durante la madrugada del Viernes Santo para rezar el Vía Crucis, una medida que probablemente buscaba evitar cualquier situación que pudiera considerarse impropia. Otra prohibición destacable era la de celebrar rifas dentro o fuera de las iglesias durante los días de Miércoles, Jueves y Viernes Santo, lo que sugiere una preocupación por mantener la solemnidad de los templos y sus alrededores.
Cierre de establecimientos y prohibición de venta ambulante
Las autoridades de 1818 también se preocupaban por el orden público durante las noches de Jueves y Viernes Santo. Al toque de oración, se ordenaba el cierre de todas las tabernas, mistelerías, pastelerías y bodegones, buscando probablemente evitar altercados o comportamientos poco decorosos en un periodo de recogimiento. Además, durante esos días, se prohibía la instalación de mesas de comestibles y licores en las calles y plazas, así como su venta ambulante, lo que nos da una idea de cómo se intentaba controlar la actividad comercial para favorecer un ambiente de recogimiento y respeto durante la Semana Santa jerezana de hace más de dos siglos.
Estas normas, junto con la información que aporta el artículo de Enrique Solano González sobre la historia de la Semana Santa en Jerez desde finales del siglo XVIII hasta la Segunda República, conservado también en el Archivo Municipal, nos permiten apreciar la rica historia y las profundas raíces de esta celebración en nuestra ciudad.
Imágenes © Archivo Municipal de Jerez de la Frontera