Un contrato de 1538 nos invita a viajar en el tiempo para descubrir el valor de los vinos jerezanos. 10 botas, 78 ducados y un plazo de seis meses para un pago histórico.
Vinos Jerezanos con sabor a historia: un viaje al año 1538
Un viaje en el tiempo a través de un contrato. Un contrato de 1538 hallado en el Protocolo de Cádiz nº 5464 del escribano Alonso de Medina. Dicho documento nos transporta a la época dorada del vino de Jerez. En él, Juan Gallego, ataonero y tabernero gaditano, se compromete a pagar 78 ducados de oro por 10 botas de este preciado néctar a Andrés Marques Gallego.
Un acuerdo con sabor a historia que nos revela detalles fascinantes de la época. El pago debía realizarse en un plazo de seis meses, incluyendo la devolución de «los diez caxcos de la dichas diez botas de vino…». Un plazo que, de no cumplirse, supondría un severo castigo: el precio se duplicaría y los bienes del comprador podrían ser subastados en pública almoneda.
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Más allá de una simple transacción comercial, este contrato nos abre una ventana al pasado. Así, nos permite conocer de cerca la importancia del vino de Jerez en la economía y la vida social de la época. Un producto que ya por entonces era reconocido por su calidad y sabor excepcional, capaz de conquistar paladares incluso siglos después.
Un legado histórico que nos invita a descorchar una botella de Jerez y brindar por el pasado, por el presente y por el futuro de este vino único e irrepetible. Un viaje sensorial que nos transporta a la Andalucía del siglo XVI, a la esencia de una tierra donde la tradición y el sabor se funden en cada copa.
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