Jerez de la Frontera nos regala también un postre humilde y delicioso: la poleá; un legado de tiempos difíciles convertido en un manjar.
La poleá: un postre con historia y sabor
Jerez de la Frontera, cuna del flamenco y del fino, nos regala también un postre humilde y delicioso: la poleá. Un legado de tiempos difíciles que se ha convertido en un manjar para paladares golosos.
Ingredientes:
- 100 gramos de harina: la base de nuestra cremosa aventura.
- 3 cucharadas de azúcar: para un dulzor que te hará cantar.
- 3 vasos de leche: la suavidad que envuelve a la poleá.
- 1 cucharada de matalahúva: un toque especial para los más atrevidos.
- 6 cucharadas de aceite de oliva: el oro líquido que da vida al postre.
- 1 rebanada de pan: un crujiente compañero de viaje.
- Canela molida: la guinda del pastel, o mejor dicho, de la poleá.
Preparación:
- Calienta el aceite en una sartén con la matalahúva. Déjala dorar y reserva el aceite colado, guardando la matalahúva como un tesoro.
- Fríe dados de pan hasta que queden dorados y crujientes. ¡Que no se te quemen!
- En una cacerola, calienta la leche y, poco a poco, agrega la harina mientras remueves con maestría. La mezcla irá espesando, como un hechizo mágico.
- Incorpora el aceite colado, las 3 cucharadas de azúcar y la matalahúva, fusionando sabores con sabiduría.
- Añade el pan frito a la mezcla y revuelve con cariño.
- Vierte la poleá en un molde y espolvorea con canela molida, como si nevara sobre un paisaje otoñal.
- Deja enfriar la poleá y prepárate para una explosión de sabor.
¡Disfruta de este postre tradicional con un toque de historia! Un viaje culinario que te transportará a la Jerez más auténtica.
Más información en El Recetario.
Consejos:
- Puedes variar la cantidad de azúcar a tu gusto.
- Si quieres una poleá más espesa, añade más harina.
- Puedes decorar la poleá con frutas frescas, como fresas o uvas.
- La poleá también se puede servir caliente.
¡Buen provecho!
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