La Calle de San Francisco es el corazón de la Navidad jerezana. Descubre la historia y las costumbres detrás del viral villancico popular.

En la noble y encantadora ciudad de Jerez de la Frontera, la celebración de la Navidad trasciende el tiempo, envolviéndose en un aura de tradición y sabor añejo. Si hay un rincón que condensa esta magia y alegría histórica, es sin duda la Calle de San Francisco, protagonista de uno de los villancicos más queridos y representativos de la localidad. Esta festividad, vivida con intensidad, encuentra en sus cantes y costumbres la huella indeleble de un pasado entrañable.

Un villancico con sabor a historia: El corazón de la Calle de San Francisco

Entre las melodías que resuenan con más fuerza en los hogares, zambombas y patios jerezanos, destaca el villancico «Calle de San Francisco«. Esta canción, que se entona con esa mezcla tan andaluza de alegría, picardía y un profundo sentido del arraigo, es mucho más que una simple tonada navideña. Es un espejo musical que nos transporta directamente a las calles empedradas de esta hermosa localidad andaluza, a un Jerez de antaño donde la vida transcurría entre vecinos y pequeños rituales diarios.

La Calle de San Francisco, larga y serena en su discurrir por la ciudad, se erige como el escenario perfecto para esta serenata navideña. Su descripción en el cante—»tiene cuatro farolas y bien merecías»—no solo apunta a una característica física, sino que la convierte en una entidad viva, merecedora de ser la protagonista de este entrañable testimonio popular. Sus farolas, testigos silenciosos de innumerables navidades, iluminan el camino mientras la melodía se desliza por el aire, llevando consigo ecos de generaciones.

La letra que desvela las costumbres de Jerez

El villancico nos regala una lírica curiosa que combina elementos militares y festivos: «Los cañones, los cañones de la artillería y en medio un castillo donde hombres, mujeres y niños debían de estar». Esta estrofa, cargada de referencias que invitan a la imaginación, nos recuerda que la Navidad es un momento de congregación, donde toda la comunidad, desde el más pequeño hasta el más anciano, se reúne para la celebración. La exclamación «¡calla lengua, calla lengua, y no hables más!» es una invitación a dejar la charla y simplemente disfrutar de la magia pura de la Navidad que envuelve la Calle de San Francisco.

Pero el encanto del cante reside también en su costumbrismo. La escena de las jóvenes asomándose a las ventanas «con el achaque de tomar el fresco» es un retrato vívido de la vida social de la época. Sus madres, con esa preocupación universal, las llaman para que cierren: «¡Mariquilla, mariquilla, cierra esa ventana!«. Sin embargo, la curiosidad, y seamos sinceros, el amor, lo invaden todo. La pícara confesión de estar viendo a la gente pasar, mientras en realidad se estaba «con el novio, pelando la pava«, añade ese toque de humor y humanidad que hace que el villancico perdure en el tiempo. La Calle de San Francisco se convierte así en el telón de fondo de los primeros amores.

Un retrato urbano y los consejos de antaño

El recuerdo que nos brinda el narrador sobre el encuentro con el «marinerito» es una joya de la tradición oral, un pequeño mapa costumbrista de Jerez. La descripción detallada y con «mucha cachaza» (calma, desparpajo) de cómo llegar a la plaza: «Vuelva usted la esquina, calle de Medina, calle Doña Blanca, derechito, derechito, y sale usted a la plaza donde venden pan y también molletes», es un homenaje a la geografía histórica de Jerez, uniendo la Calle de San Francisco con otras arterias vitales de la ciudad.

Este fragmento no solo nos orienta, sino que culmina con una advertencia cargada de realismo y sabiduría popular: «cuidaito, cuidaito con aquella gente que roban pañuelos y la bolsa, que lleva el dinero«. Un consejo atemporal que subraya la mezcla de ingenuidad y astucia que siempre ha caracterizado la vida en las ciudades.

Así, la Calle de San Francisco en Jerez de la Frontera, especialmente durante el mes de diciembre, es mucho más que un trazado urbano. Es un lugar lleno de encanto, de tradición palpable, donde la melodía del villancico homónimo nos envuelve. Es la invitación a transportarnos a un tiempo de alegría, celebración genuina y el sabor histórico que define la Navidad jerezana. Es un legado que se canta, se siente y se vive.

Cante Completo

NAVIDAD EN JEREZ
Calle de San Francisco

Calle de San Francisco
que es larga y serena
tiene cuatro farolas
y bien merecías, y bien merecías.
Los cañones, los cañones
de la artillería y en medio un castillo
donde hombres, mujeres y niños
debían de estar,
calla lengua, calla lengua,
y no hables más.

Muchas, con el achaque
de tomar el fresco
se asoman a la ventana
y con gran contento sus madres las llaman:
¡Mariquilla, mariquilla, cierra esa ventana!
-¡Ya voy mamá,
que estoy viendo,
que estoy viendo a la gente pasar
y era porque estaba con el novio,
con el novio pelando la pava.

Y estando yo en mi puerta
y con otras dos
pasó un marinerito y me preguntó:
-¿Dónde está la plaza?
Yo le dije, yo le dije
con mucha cachaza:
-Vuelva usted la esquina,
calle de Medina,
calle doña blanca,
derechito, derechito,
sale usted a la plaza
donde venden pan
y también molletes,
cuidaito, cuidaito
con aquella gente
que roban pañuelos
y la bolsa, y la bolsa
que lleva el dinero.

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