Un grito de alarma se alza en Jerez de la Frontera. La Zambomba, un tesoro cultural con raíz histórica, se ve desvirtuada por la masificación y el fenómeno del zambotellón. Con profundo pesar e indignación, los vecinos de Jerez opinan sobre la zambomba que conocen hoy, temiendo por el futuro de su tradición.

En el siguiente artículo abordamos la profunda preocupación y la indignación histórica de los jerezanos ante la transformación de su Zambomba, desde la genuina fiesta vecinal a un evento comercial y ruidoso, recogiendo el sentir colectivo de los afectados.

El lamento histórico: Cuando la tradición se vuelve negocio

La Zambomba de Jerez de la Frontera, declarada Bien de Interés Cultural (BIC), ha sido durante siglos el corazón latente de la Navidad jerezana. De la sencillez de los patios de vecinos, el aroma a pestiños y el calor de la candela, nació una manifestación única. Hoy, ese recuerdo histórico se enfrenta a una realidad que provoca una honda preocupación y una notable indignación entre quienes la vivimos en su pureza.

La pregunta que resuena con amargura en la ciudad es: ¿dónde quedó aquella esencia? ¿Qué piensan realmente los vecinos de Jerez sobre la zambomba actual?

El sentir indignado: “Son macrobotellones”

El sentimiento más extendido es de profunda frustración. Aquella fiesta íntima y comunitaria se ha transformado, a ojos de muchos, en un evento comercial masificado y descontrolado. Un vecino lo describe sin paliativos como «macrobotellones por todo el centro» y añade con desazón que es un «asco» en lo que se ha convertido. Otros coinciden, afirmando rotundamente que lo que se vive ahora «no son zambombas», sino que la fiesta ha desaparecido para dar lugar a la «masificación y botellones».

El ambiente que antes era de recogimiento y cante espontáneo se ha convertido en una «locura», donde resulta imposible revivir la atmósfera tradicional. Una vecina, recordando los momentos de antaño, lamenta que estas celebraciones ya «nada tienen que ver con las zambombas de hace años», las que se hacían «en las casas de vecinos con olor a pestiños y candela». La identidad propia de la Zambomba, aseguran, se ha perdido en el camino.

La preocupación: Señalando a los culpables del deterioro cultural

La preocupación no solo se centra en el ruido y el desorden, sino en quiénes se lucran y promueven esta desvirtuación. La hostelería es señalada por algunos como la «culpable» de esta mercantilización. Pero la crítica va más allá, apuntando a que incluso las hermandades y asociaciones aprovechan el evento principalmente «para hacer caja», contribuyendo así a que una costumbre vecinal se haya degradado a un «botellón de cualquier fin de semana».

Existe la inquietud de que el éxito comercial de la Zambomba sea, en realidad, una «muerte por éxito» cultural. Cuando nuestras tradiciones se magnifican de esta manera, se observa una y otra vez que «pierden su esencia», y la Zambomba, lamentablemente, no ha sido la excepción.

La lucha por la memoria histórica y el futuro

Aunque la indignación y la preocupación son dominantes, existe un sector que llama a la adaptación, argumentando que «la vida está evolucionando» y que los tiempos de los años 80 y 90 del siglo pasado «ya fueron historia». Algunos, buscando el lado positivo, defienden que el actual fenómeno aporta «turismo y trabajo» a Jerez. Sin embargo, para la mayoría, la pérdida es demasiado grande.

Pese a todo, la esperanza de conservar el legado histórico se mantiene en el ámbito privado. Hay quien sigue «guardando la esencia de la zambomba en mi patio» de forma familiar y vecinal, manteniendo viva la llama de la tradición genuina.

El debate sobre si la Zambomba es un tesoro cultural en peligro o un éxito económico sigue abierto. Pero el grito histórico, indignado y preocupado que los vecinos de Jerez opinan sobre la zambomba de hoy es una llamada urgente a proteger la autenticidad de su preciado BIC antes de que se pierda para siempre.

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