
AB Azucarera Iberia ha comunicado al comité de empresa de Jerez de la Frontera que cancela la campaña remolachera del 2026 en toda Andalucía. La decisión llega seis meses después de un ERE y pone en jaque el futuro de miles de agricultores en la región.
La noticia ha caído como un jarro de agua fría en la comarca de La Campiña de Jerez. AB Azucarera Iberia ha consumado su desvinculación con el campo andaluz y, lo que es peor, con la histórica planta de Jerez de la Frontera. La compañía ha anunciado oficialmente al comité de empresa que cancela la campaña remolachera del 2026 en toda la región y, con ello, la firma de contratos con los agricultores locales que hasta ahora sembraban el cultivo.
Seis meses: el tiempo que ha tardado en finiquitar un sector
La velocidad a la que se ha producido este desmantelamiento resulta impactante. La compañía solo ha tardado seis meses en poner fin, de forma definitiva, a las campañas remolacheras en Andalucía.
El proceso se inició en mayo de este año con el anuncio de un Expediente de Regulación de Empleo (ERE), seguido del posterior cierre de la planta de La Bañeza y la paralización de la molturación en Miranda de Ebro. Ahora, sin apenas haber transcurrido medio año desde aquellos movimientos iniciales, se confirma el golpe final para el sur de España.
El impacto de que Azucarera cancele la campaña remolachera del 2026 en la economía de Jerez
El anuncio a los trabajadores de la planta jerezana no solo supone la confirmación de una tendencia, sino la materialización del adiós de la remolacha en la zona. La cancelación de la firma de contratos para el próximo año deja a los agricultores de la comarca, que hasta ahora se dedicaban al cultivo, en una situación de máxima incertidumbre.
Esta decisión afecta directamente a la planificación de las siembras y al futuro económico de numerosas familias dependientes del sector, una sentencia para el campo andaluz, que pierde un pilar económico clave.
Las consecuencias de que Azucarera cancele la campaña remolachera del 2026 van más allá de los cultivos. La planta de Jerez de la Frontera era un motor económico y un símbolo de la industria agroalimentaria en la provincia. Su futuro ahora queda completamente en el aire, al igual que el de los puestos de trabajo asociados a la campaña. Es un final amargo y apresurado para una tradición agrícola de décadas. El sector espera ahora una reacción por parte de las administraciones públicas ante lo que muchos consideran un abandono total de la industria azucarera en el sur de España.
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