La historia del vino de Jerez se remonta a la antigüedad, mucho antes de la era romana. Las primeras referencias escritas provienen del geógrafo griego Estrabón, quien en el siglo I a.C. documentó que los fenicios fueron los responsables de introducir la viticultura en la región alrededor del año 1100 a.C. Este pueblo de comerciantes no solo cultivaba la vid, sino que también distribuía sus productos por todo el Mediterráneo.

La evidencia arqueológica

Los descubrimientos arqueológicos corroboran estos relatos históricos. En los yacimientos fenicios del Castillo de Doña Blanca, a tan solo 4 kilómetros de Jerez de la Frontera, se han encontrado antiguos lagares. Estos hallazgos confirman que los fundadores de la antigua Gades (la actual Cádiz) fueron los precursores en la elaboración del vino en esta zona, ligando de forma innegable la historia del vino de Jerez a la presencia fenicia.

Un vino con vocación viajera

Con la llegada de los fenicios, la región fue bautizada como Xera. Desde sus inicios, el vino de esta tierra adquirió una de sus características más distintivas: la de ser un vino «viajero«. Esta cualidad, nacida del comercio y la expansión cultural fenicia, fue el presagio de la fama internacional que el vino de Jerez alcanzaría en el futuro.

La historia del vino de Jerez es, en definitiva, un relato de más de 3.000 años. Desde las primeras cepas traídas por los fenicios hasta su actual reconocimiento mundial, este vino ha recorrido un largo camino, convirtiéndose en un testimonio de la riqueza cultural y la tradición vinícola de la región.

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