Casa Franco, una empresa familiar con más de un siglo de historia en Jerez de la Frontera, cerró sus puertas tras generaciones dedicadas a la tapicería y la decoración. Un recorrido por su legado y el impacto en el comercio local.

Casa Franco: El legado de una familia que marcó Jerez

El corazón de Jerez de la Frontera perdió un latido. Tras más de un siglo arraigada en la ciudad, Casa Franco, un nombre sinónimo de tapicería y decoración de calidad, cerró sus puertas. Esta noticia no solo marcó el final de un negocio familiar, sino que también refleja los desafíos que enfrenta el comercio tradicional en el centro de la ciudad. La historia de Casa Franco es un relato de dedicación, adaptación y, finalmente, un reflejo de los tiempos cambiantes.

De la Plaza de la Yerba a la calle Doña Felipa: Un legado familiar

Los orígenes de Casa Franco se remontan a finales del siglo XIX, cuando José Franco Perea estableció un negocio de muebles de «extraordinaria calidad» en la Plaza de la Yerba, concretamente en los números 6-9. Este fue el punto de partida de una saga familiar dedicada al mobiliario y la decoración. Tras su fallecimiento, su hijo, Manuel Franco Lopez-Cepero, tomó las riendas del negocio, trasladándose a la calle Consistorio número 16. Allí, enfocó la actividad hacia los materiales para la industria de la tapicería, especializándose en un sector que marcaría el devenir de la familia.

Con el tiempo, la siguiente generación, representada por José Manuel Franco González, continuó el legado familiar. En 1972, trasladó el negocio a la calle Doña Felipa número 4, consolidando aún más la presencia de Casa Franco en el tejido comercial de Jerez. Durante décadas, este local fue un referente para quienes buscaban productos y servicios de tapicería de confianza.

El cierre de una era: “Franco Tapicerías”

La última etapa de Casa Franco estuvo marcada por la apertura de “Franco Tapicerías” el 1 de abril de 2014, bajo la dirección de Manuel Jesús Franco Molia. Junto a su hermana Alicia, quien desempeñó un papel fundamental como dependienta durante más de tres décadas, Manuel Jesús se esforzó por mantener viva la tradición familiar. Sin embargo, la disminución de la clientela, un problema que afecta a numerosos negocios en el centro de Jerez, acabó por forzar el cierre del establecimiento en 2014.

Alicia, con su especialización en decoración de interiores, aportó un valor añadido al negocio. Tanto ella como su hermano crecieron entre telas, herramientas y clientes, aprendiendo el oficio desde muy jóvenes. Recuerdan con cariño cómo, al salir del colegio, ayudaban en la tienda haciendo ovillos de tramilla al peso y preparando paquetes de clavos. Estas experiencias tempranas forjaron su pasión por el mundo de la tapicería y la decoración.

El cierre de Casa Franco no solo supone la pérdida de un negocio emblemático, sino que también simboliza los desafíos que enfrentan los comercios tradicionales en el centro de las ciudades. La competencia de las grandes superficies, los cambios en los hábitos de consumo y la falta de apoyo al comercio local son factores que han contribuido a esta situación.

La historia de Casa Franco es un testimonio del espíritu emprendedor de una familia jerezana que durante más de un siglo se dedicó a ofrecer productos y servicios de calidad. Su cierre dejó un vacío en el comercio local, pero su legado perdurará en la memoria de quienes lo conocimos y apreciamos su trabajo. Es una llamada de atención sobre la importancia de apoyar al comercio de proximidad para preservar la identidad y la vitalidad de nuestras ciudades.

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