Descubre cómo se ha desarticulado una red de tráfico de animales protegidos que operaba a nivel nacional e internacional.

Una operación importante ha logrado desmantelar una red dedicada al tráfico de animales protegidos, un problema serio que afecta a nuestra biodiversidad. En esta acción, se ha identificado a un buen número de personas vinculadas a la compraventa y posesión ilícita de fauna silvestre. Es un trabajo que ha durado más de un año y que ha contado con la colaboración de expertos en la materia, demostrando que la lucha contra este tipo de actividades requiere de un esfuerzo conjunto. El tráfico de animales protegidos no solo es una actividad ilegal, sino que también tiene consecuencias devastadoras para el medio ambiente, contribuyendo a la desaparición de especies y al desequilibrio de ecosistemas vitales.

Desarrollo de la operación Namib

La operación, que ha llevado el nombre de Namib, se ha centrado en desarticular una red que operaba tanto en España como fuera de nuestras fronteras, incluyendo Portugal. Estas personas se dedicaban a mover, vender y tener animales incluidos en la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, lo que significa que su comercio está prohibido o fuertemente regulado. Los investigadores han contado con el apoyo técnico de la Dirección General de Biodiversidad, Bosques y Desertificación del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, pieza clave en la gestión de este tipo de convenios internacionales. Este apoyo ha sido fundamental para entender la complejidad del tráfico de animales protegidos.

Las acciones de esta operación se han extendido por varias zonas del país, como Madrid, Málaga, Lugo, Ciudad Real, Almería, Badajoz y Cáceres, donde se concentraron los mayores esfuerzos. Se realizaron inspecciones en tiendas de animales exóticos, almacenes e incluso casas particulares. Allí, se inmovilizó una treintena de animales protegidos. Entre ellos había muchas aves exóticas, como guacamayos, loros yacos africanos de cola roja, cotorras del sol y amazonas aestivas. También se encontraron reptiles, como tortugas de espolones africanos y tortugas leopardo. Además, se hallaron especies invasoras, destacando una suricata, un mamífero carnívoro que no es originario de aquí.

Consecuencias legales y llamada a la acción

Aquellos involucrados en estos delitos podrían enfrentar penas de prisión de entre seis meses y dos años por atentar contra el medio ambiente y la protección de la flora y la fauna. A estas penas se suman multas económicas considerables y, en algunos casos, la imposibilidad de dedicarse a actividades relacionadas con la tenencia o el comercio de animales. La gravedad de estas acciones radica en que no solo perjudican la biodiversidad y el equilibrio de la naturaleza, sino que también contribuyen al deterioro de ecosistemas vulnerables y a la extinción de especies con un gran valor ecológico, científico y cultural. Es fundamental recordar que el tráfico de animales protegidos es un crimen que nos afecta a todos.

Desde las autoridades se hace un llamamiento a los ciudadanos para que colaboren y denuncien cualquier actividad sospechosa que puedan observar. Se puede hacer a través del teléfono 062 o enviando un correo electrónico a seprona@guardiacivil.org. La conservación de nuestro entorno natural es una tarea de todos, y cada uno de nosotros tiene un papel importante que desempeñar para proteger la vida silvestre. La operación Namib ha sido un paso importante, pero la vigilancia y la colaboración ciudadana son vitales para erradicar el tráfico de animales protegidos.

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