
El calendario laboral es un reflejo de las prioridades de una ciudad. En Jerez de la Frontera, hace años, se tomó una decisión: sacrificar el 9 de octubre, el día de San Dionisio, nuestro patrón, y sustituirlo por el Lunes de Feria del Caballo. La justificación fue la activación económica y turística de la semana grande de mayo. Sin embargo, esta elección ha desdibujado una festividad histórica y nos ha despojado de un preciado beneficio para el ciudadano: el acueducto de otoño. Es hora de debatir la vuelta del 9 de octubre al calendario de festivos locales.
El Lunes de Feria: ¿Beneficio turístico o solo local?
El argumento de reforzar la Feria del Caballo es innegable, ya que asegura una afluencia masiva de jerezanos ese lunes. Pero debemos ser críticos: ¿realmente genera un impacto turístico nacional notable? La respuesta, objetivamente, es no.
El Lunes de Feria es festivo solo en Jerez. El turista de Madrid, Barcelona o Sevilla tiene que pedir el día libre de todos modos, lo que limita la capacidad del festivo para actuar como un «imán» para el visitante de larga distancia. En esencia, se cambió la jornada del patrón por un día de fiesta que solo garantiza el lleno con público local, beneficiando a la hostelería, sí, pero sin la potencia de atracción que se prometió.
La gran pérdida: El potencial del macro-puente de octubre
Al eliminar el 9 de octubre como festivo, Jerez perdió una oportunidad estratégica. Cuando el 9 de octubre caía en lunes o viernes (o cerca), los jerezanos podíamos enlazarlo con el festivo nacional del 12 de octubre, permitiéndonos un acueducto de hasta cinco días libres con solo pedir uno o dos días de vacaciones.
Este mega-puente de otoño no solo beneficiaba el descanso de los vecinos de Jerez, sino que, además, convertía a la ciudad en un punto de partida o destino ideal para el turismo de otoño. Se sacrificó un claro beneficio ciudadano por un festivo de conveniencia local en primavera. Recuperar la vuelta del 9 de octubre es devolver un recurso de valor a las familias jerezanas.
San Dionisio: Una deuda con la historia
El desplazamiento del festivo ha relegado el Día del Patrón, San Dionisio Areopagita, a una jornada casi olvidada. El 9 de octubre conmemora la toma de la ciudad por Alfonso X en 1264, una fecha fundacional de nuestra identidad.
Hoy, la conmemoración se limita a una serie de actos institucionales y religiosos concentrados en pocas horas: el traslado del Pendón, el Tedeum y la entrega de los Premios Ciudad de Jerez. La poca popularidad de la fecha se subraya en el hecho de que incluso la procesión de San Dionisio no sale el 9 de octubre, sino que se desplaza al sábado más cercano para asegurar la participación.
Para añadir más dolor a esta pérdida de memoria histórica, la insignia cívica central, el Pendón con el que se conmemora la conquista, es una réplica. La pieza original, del siglo XIV, de incalculable valor, fue vergonzosamente extraviada bajo custodia municipal tras su entrega al Ayuntamiento en 1991 y sigue en paradero desconocido. Es decir, el principal acto conmemorativo gira en torno a una réplica, y para mayor escarnio, ni siquiera tenemos el día libre para honrarlo.
En definitiva, la decisión de desplazar el 9 de octubre nos robó a los jerezanos la posibilidad de un merecido y estratégico acueducto de descanso en otoño, a cambio de un festivo de impacto turístico limitado. La vuelta del 9 de octubre no es solo un capricho nostálgico, es un acto de justicia cívica, un reconocimiento a nuestra historia y una devolución del merecido descanso a los vecinos de Jerez.
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