
El calor del verano en Jerez de la Frontera invita a buscar platos que, además de ser deliciosos, ofrezcan un respiro refrescante. Y si hay una receta que encaja a la perfección con esta descripción, esa es el ajoblanco de almendras. Esta crema fría, de origen andaluz, es un auténtico tesoro gastronómico que combina la sencillez de sus ingredientes con un sabor y una textura inigualables. Si aún no te has atrevido a prepararlo en casa, es el momento de descubrir por qué esta sopa fría se ha convertido en la reina indiscutible del verano.
El ajoblanco de almendras: un poco de historia y por qué es tan especial
La historia del ajoblanco se remonta a la época andalusí, lo que le confiere un legado cultural y gastronómico impresionante. Se considera el precursor del gazpacho, aunque su sabor y textura son completamente diferentes. Mientras el gazpacho se basa en el tomate, el ajoblanco utiliza la almendra como base principal, lo que le otorga un color blanco cremoso y un sabor dulce y suave, equilibrado por el toque picante del ajo. Este contraste lo hace único y extraordinariamente adictivo. Preparar un buen plato de ajoblanco de almendras es sinónimo de disfrutar de la tradición culinaria de la región.
Cómo preparar el ajoblanco de almendras en casa
A continuación, te mostramos una receta sencilla para que puedas elaborar tu propio ajoblanco de almendras y sorprender a todos en casa.
Ingredientes:
- 200 g de almendras crudas, sin piel
- 2 dientes de ajo
- 100 g de pan duro (mejor si es pan de hogaza)
- 1 litro de agua muy fría
- 100 ml de aceite de oliva virgen extra
- 50 ml de vinagre de Jerez
- Sal al gusto
- Uvas o melón para decorar (opcional)
Elaboración:
- Remojar las almendras: Si tienes tiempo, puedes dejar las almendras en remojo durante unas horas para que se ablanden. Esto facilitará su triturado.
- Preparar el pan: Remoja el pan duro en agua para que se ablande. Una vez blando, escúrrelo bien, reservando un poco del agua.
- Triturar la base: En una batidora potente o robot de cocina, introduce las almendras, los dientes de ajo, el pan escurrido y un poco de sal. Tritura a máxima potencia hasta conseguir una pasta muy fina.
- Emulsionar: Sin dejar de batir, ve añadiendo poco a poco el aceite de oliva. La mezcla irá emulsionando y ganando cremosidad.
- Añadir los líquidos: Incorpora el vinagre de Jerez y el agua fría de forma gradual hasta conseguir la textura deseada. Debe quedar como una crema ligera, no demasiado espesa. Si lo ves necesario, puedes añadir un poco del agua de remojar el pan que reservaste.
- Rectificar el sabor: Prueba el ajoblanco y rectifica de sal y vinagre si fuera necesario. El equilibrio entre el dulzor de las almendras y la acidez es clave para un buen ajoblanco de almendras.
- Enfriar y servir: Deja el ajoblanco en la nevera durante al menos una hora para que se enfríe y los sabores se asienten. Sirve en cuencos o vasos, decorando con unas uvas frescas o trocitos de melón, que le aportan un contraste delicioso.
Anímate a preparar este plato tradicional y descubre por qué el ajoblanco de almendras es mucho más que una simple sopa: es una experiencia culinaria que define el sabor del verano andaluz.