
Un bando de guerra del 18 de julio de 1936, hallado en el Archivo Municipal de Jerez, revela la brutalidad de la represión franquista en la ciudad. El documento, firmado por el comandante Salvador Arizón Mejías, detalla ejecuciones sumarias y amenazas contra la población civil. Una pieza clave para comprender el horror de la Guerra Civil.
Un hallazgo macabro en el Archivo Municipal
El Archivo Municipal de Jerez alberga entre sus legajos un documento estremecedor que arroja luz sobre los primeros compases de la Guerra Civil Española y la represión que se instauró tras el golpe de estado del 18 de julio de 1936. Se trata de un bando de guerra, fechado el 14 de agosto de 1936, firmado por el comandante de la plaza, Salvador Arizón Mejías (1888-1963), dirigido a la población de Jerez de la Frontera. Este documento, lejos de ser un mero edicto administrativo, constituye un testimonio palpable del terror y la arbitrariedad que se impusieron en aquellos tiempos convulsos.
Nombres grabados en la memoria: Las primeras víctimas
El bando, custodiado en el Archivo Municipal de Jerez bajo la signatura AMJF, AHR, C. 19, Nº 6: «Documentos relativos al Movimiento Patriótico Nacional iniciado en Julio de 1936. Bandos, notas de prensa, cartas, etc.», revela la brutalidad con la que se sofocó cualquier atisbo de disidencia. En él, Arizón Mejías no solo lanza amenazas generales a la población, sino que también da cuenta de la ejecución sumaria de dos jerezanos: Salvador Rasero López, practicante del Hospital Municipal de Santa Isabel, y Rafael Fernández Romero, obrero.
El caso de Salvador Rasero López resulta particularmente escalofriante. Su delito, según el bando, fue «hacer manifestaciones contrarias al movimiento salvador de España«. Esta vaga acusación, sin juicio previo ni garantía alguna, le valió ser «pasado por las armas», eufemismo empleado para ocultar una ejecución extrajudicial. De igual forma, Rafael Fernández Romero fue ejecutado por «arengando a otros trabajadores que con él estaban, declarar una huelga ridícula de siete personas». La desproporción entre la supuesta falta y la pena impuesta es abrumadora, evidenciando la implacable represión que se desató contra cualquier forma de protesta o resistencia.
La usurpación del poder civil
Es crucial destacar que este documento, aunque dirigido a la población de Jerez, no puede considerarse un bando de guerra municipal en el sentido estricto. No fue emitido por el alcalde del momento, Bernabé Rico Cortés, quien había reemplazado abruptamente al republicano Antonio Oliver Villanueva tras el golpe. Fue el propio Arizón Mejías, autoerigido como máxima autoridad política en la zona gracias al poder de las armas, quien ordenó su impresión y difusión. Este detalle subraya la usurpación de las instituciones civiles por parte de los militares sublevados y la instauración de un régimen de facto basado en la fuerza.
La conservación de este bando en el Archivo Municipal de Jerez adquiere una relevancia histórica incalculable. Permite a las generaciones presentes y futuras conocer de primera mano la crudeza de aquellos acontecimientos y comprender las consecuencias devastadoras de la intolerancia y la violencia política. Este documento no es solo una pieza de papel amarillenta; es un grito silencioso que nos recuerda la importancia de defender los valores democráticos y el respeto a los derechos humanos.
El Archivo Municipal de Jerez, al custodiar este y otros documentos de similar valor histórico, cumple una función esencial en la preservación de la memoria colectiva. Gracias a su labor, podemos acceder a testimonios directos del pasado y construir una comprensión más completa de nuestra historia. El bando de guerra del comandante Arizón es un claro ejemplo de la importancia de los archivos como guardianes de la verdad y herramientas para la reflexión.
La voz del pasado: El bando en su totalidad
A continuación, se presenta el texto íntegro del bando, una pieza de la historia que permite a las generaciones actuales conocer de primera mano los acontecimientos y la violencia política de la época.
COMANDANCIA MILITAR
de Jerez de la Frontera
JEREZANOS:
Ya os dije en ocasión de dirigiros la palabra por la Emisora local, y refiriéndome al ejercicio de la jurisdicción que me corresponde, que mi mano sería dura o blanda según lo exigieran las circunstancias y sobre todo el bien supremo de la Patria.
Pues bien, a pesar de la advertencia que mis palabras contenían, ha habido quien haciendo caso omiso de las disposiciones contenidas en los distintos bandos publicados por mi Autoridad, han realizado actos penados con los mismos, claro que ya han sufrido el castigo establecido.
Ahora tengo que añadir los de Salvador Rasero López, Practicante del Hospital de Santa Isabel, que se permitió, en dicho benéfico Establecimiento, y con desdoro incluso para la función humanitaria que le estaba encomendada, hacer manifestaciones contrarias al movimiento salvador de ESPAÑA, y de elogio y alabanzas para esas teorías exóticas y salvajes, contra las que luchamos los buenos españoles, a cuyas manifestaciones acompañó con gestos que están absoluta y terminantemente prohibidos.
Ayer, Rafael Fernández Romero, empleado en la pavimentación de una de las calles de esta bendita ciudad, y a pesar de estar prohibida la huelga, se permitió, arengando a otros trabajadores que con él estaban, declarar una huelga ridícula de siete personas.
Ambos, en cumplimiento de lo dispuesto, han sido pasados por las armas.
JEREZANOS: Vuelvo a repetir como en aquella ocasión, sabed todos, pobres y ricos, altos y bajos, trabajadores y patronos, que estoy dispuesto y decidido a que las disposiciones de la Autoridad Militar sean cumplidas al pie de la letra, que estoy dispuesto a que la fiera marxista no levante la cabeza, pero no solamente en esta tierra, a zarpazos, y que para ello cuento con medios suficientes y sobrado entusiasmo. Y que, si en lo sucesivo se cometen desmanes, habrá de tenerse en cuenta la mano de hierro que extermina, sean cuantos sean y quienes sean, a todos los enemigos de nuestra Patria.
¡VIVA ESPAÑA!
Jerez a 14 de Agosto de 1936.
EL COMANDANTE MILITAR,
SALVADOR DE ARIZÓN.
Fotografía © Archivo Municipal de Jerez
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