El grooming es un delito muy serio que ocurre en el mundo digital. Se trata de cuando un adulto se hace pasar por un menor o alguien de confianza para ganarse la amistad de un niño o adolescente en internet. Lo hacen a través de redes sociales, videojuegos o cualquier otra plataforma de comunicación online. El objetivo final de este proceso es acosarlos o chantajearlos, a menudo con fines sexuales. Es una forma de manipulación que aprovecha la confianza y la inocencia de los jóvenes en la red.

Ante esta realidad, la Policía Nacional ha emitido una serie de recomendaciones cruciales para ayudar a prevenir estas situaciones y saber cómo actuar si ocurren. Con la creciente presencia de niños y adolescentes en el entorno online, entender este riesgo y tomar medidas es más importante que nunca. No es algo que le ocurra solo a otros, y estar informados es la primera línea de defensa.

Cómo identificar y entender el riesgo

El grooming no suele ser un ataque directo. Es un proceso de manipulación gradual y paciente. El agresor dedica tiempo a construir una relación de confianza, mostrando interés en los gustos del menor, sus problemas, aficiones, etc. Utilizan perfiles falsos y ocultan su verdadera identidad y edad, creando una imagen que sea atractiva o parezca inofensiva para el joven. Una vez que sienten que tienen el control o la confianza suficiente, empiezan a pedir favores o información más personal, escalando hacia el abuso o el chantaje utilizando esa misma información o imágenes obtenidas. Es vital entender que el groomer es un experto en engañar y manipular para sus fines.

Consejos prácticos para la prevención

La comunicación abierta en casa es el primer y más importante escudo protector. Los menores deben saber que pueden contar cualquier cosa a sus padres, tutores o a un adulto de confianza sin miedo a ser juzgados o castigados. Fomentar esta confianza desde pequeños facilita que hablen si se encuentran en una situación incómoda o peligrosa online. Por otro lado, proteger la información personal es vital. Nombres completos, direcciones, colegios, números de teléfono, fotografías que revelen el entorno habitual… son datos que no deben compartirse libremente en perfiles públicos o con desconocidos en internet.

Además, hay que enseñar a los jóvenes a desconfiar de las solicitudes de amistad de personas que no conocen en la vida real, especialmente si son adultos o si el perfil parece sospechoso o demasiado «perfecto». En internet, no todo el que parece es. Y la regla de oro: no compartir nunca imágenes o vídeos íntimos o comprometidos con nadie a través de internet, por mucha confianza que se crea tener. Lo que se envía, se pierde el control sobre ello al instante y puede ser usado para el chantaje o la difusión con consecuencias devastadoras.

Qué hacer si sospechas o eres víctima

Si un groomer intenta chantajear a un menor con información o imágenes obtenidas, lo más importante es no ceder jamás a sus exigencias. Pagar, enviar más imágenes o seguir sus instrucciones solo alimentará la situación y le dará más poder al agresor. Ceder solo empeorará la situación. La prioridad es buscar ayuda inmediatamente en un adulto de confianza: padres, profesores, familiares, o cualquier persona en la que el menor confíe plenamente. No hay que sentir vergüenza ni miedo, lo importante es parar la situación. Y el paso definitivo e ineludible es denunciar los hechos. Acudir a una comisaría de la Policía Nacional es la forma legal y efectiva de parar al agresor y evitar que haga daño a otros niños o adolescentes. La denuncia es confidencial y necesaria para que la justicia pueda actuar. Proteger a los menores en la red es una tarea de todos.

Imagen de cabecera generada con IA

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