MIGUEL RÍOS EN JEREZ ¡¡¡BIENVENIDOS!!! en 1983: un concierto que marcó una época. La Opinión de Bachiller Sansón Carrasco, un testigo privilegiado, nos revela sus impresiones sobre esta noche inolvidable.
Recuerdo muy bien aquella tarde de viernes del mes de julio de 1983, tenía 15 años, esperábamos a mi padre, para irnos a Sanlúcar a cenar, ya que era nuestro santo, y “en aquellos entonces” la festividad de San Enrique se celebraba el 15 de julio y no como ahora que lo es el 13 de julio, en la familia, por tradición, siempre hemos mantenido el 15 de julio como nuestra onomástica.
Desde mi casa y mirando por el balcón de la calle Manolete, Barrio de la Constancia, desde mediodía, veía pasar muchos coches, mucha gente, mucho movimiento, y muchos jóvenes con unas vestimentas muy raras. Ver en Jerez en aquel año gente pasando con pelos pintados de amarillo, verde o naranja y bebiendo litronas de cerveza por la calle, no era normal ni común. Me enteré por un amigo que venía al Estadio Domecq Miguel Ríos para un concierto aquel mismo viernes. Llegó mi padre, nos montamos en el 850 granate y para Sanlúcar. Cuando llegamos, lo hicimos muy tarde, ya todo había pasado. No había ni rastro de nada.
Al cabo de unos días, volví a ver a mi amigo, que me dijo, “Bombolini, estaba tan cerca de Miguel que le grité, canta de nuevo Santa Lucía, me escuchó y la volvió a cantar”.
Sr. Pérez, no se me olvidará jamás.
Fue en 1983, el año en que España ganaba el primer Oscar de su historia. La película “Volver a empezar” de José Luís Garci se hacía con la estatuilla a la Mejor Película Extranjera en la meca del cine.
La gran triunfadora fue la película “Gandhi” que de 11 nominaciones consiguió hacerse con 8 Oscar, entre ellos Mejor Película y Mejor Director, pero para el cine español, la gala de 1983 fue muy especial. Era la primera vez que una película española conseguía un Oscar y gracias a ese reconocimiento internacional, se convirtió en un éxito de taquilla en nuestro país, a pesar de que tras su estreno, la crítica no había sido muy buena. El director de “Volver a empezar” José Luís Garci, subió a recoger el premio a la “Mejor Película Extranjera”.
Y llegamos a Miguel Ríos. Fue una de las mejores giras españolas de 1983, el “Rock de Una Noche de Verano”.
Tras la organización de la Noche Roja en 1978 y la exitosa gira y grabación del disco Rock & Ríos en 1982, Ríos no podía quedarse quieto. Toda esa esencia recogida durante los últimos años germinaría en una obra maestra en forma de disco: “El Rock de una Noche de Verano”. Grabado en enero y febrero entre los estudios Eurosonic de Madrid y los Conny’s Studios de Colonia (Alemania), así el 2 de mayo de 1983 presenta su álbum número 12 en la discoteca Pachá de Madrid. Editada por Polydor, con un tema homónimo que recoge toda su experiencia acumulada el verano anterior y sumada a su mochila de la Vida. Para el recuerdo quedará el sentido social y de protesta de sus letras. La gira comenzó en el campo de fútbol de La Romareda de Zaragoza, el 30 de junio de ese mismo año.
La gira visitó 32 ciudades españolas, costó 250 millones de las antiguas pesetas más 190 millones de publicidad; 126 personas trabajaban en el montaje y organización, que ocupaban 44 habitaciones dobles de un hotel de cada ciudad, más otras 2.500 personas de seguridad en total en todos los conciertos. El montaje de la gira tenía una póliza de seguros valorada en 670 millones de pesetas para responsabilidad civil, 21 millones para daños directos y 5 millones más para seguros de personal. Fue considerada la gira más importante de la historia del Rock español hasta entonces y las entradas no costaron más de 800 pesetas.
Ríos llevaba como teloneros a Luz Casal y al grupo Leño. La gira se concibió como una gran fiesta; había hasta motoristas acrobáticos, pero la mayoría de las opiniones sobre esto último fueron muy críticas.
No bastan presentaciones para reconocer la influencia y aportación al mundo de la música Rock de nuestro país por parte de Miguel Ríos. Toda su evolución desde el Twist y el más puro Rock and Roll hasta hoy, 2024, es una carrera de fondo de un “viejo rockero de corazón que nunca morirá” y que ha dejado muchas huellas en la gente y en la historia de la música. Su esencia andaluza, su voz que, sin ser la más dura, bastaba para sentirla correr por las venas, y su atrevimiento a realizar lo más inverosímil que nadie osaba a hacer son solo unas breves pinceladas del cuadro de su vida, una vida dedicada al Rock.
Llegó Miguel Ríos a Jerez confirmando su actual impresionante momento. Demostró facultades extraordinarias; satisfizo a sus muchos seguidores, colmó ilusiones de los más fanáticos, llenó el Estadio Domecq y, en definitiva, triunfó apoteósicamente. Al margen de su actuación, impresionante, se registraron algunos incidentes que se consideraron “normales”, dada la concentración de millares de jóvenes. Pero todo quedó reducido a lo habitual en estos conciertos, merced al amplio y bien organizado sistema de orden, tanto por las Fuerzas de Seguridad del Estado como por los equipos de seguridad de la organización. Miguel Ríos triunfó.
Con la actuación de Miguel Ríos se abrió la segunda edición de los Festivales de Verano en Jerez. Informaron de ello el que fue Delegado de Cultura y Fiestas, Casto Sánchez Mellado, en el transcurso de una rueda de prensa celebrada en el edificio municipal, también se contó con la asistencia del Delegado de Relaciones Públicas y Comunicación, Mariano León Moreno, y del Director del área municipal de Cultura, Joaquín Carreras.
Un par de días antes, la prensa escrita informaba de la inquietud que había en Jerez por el concierto de Miguel Ríos. Se hablaba de un temido concierto, no dudaban de la calidad de Ríos. No, ni de su carismática imagen que, como había demostrado en otras ocasiones y conciertos, calaba hondo tanto en jóvenes como en no tan jóvenes.
No. A lo que se referían era al miedo de meter a treinta mil personas, más los que se colarían por los cuatro costados en el Estadio Domecq, un recinto cuyo aforo no superaba las veinte mil localidades. Cierto es que muchas de esas personas se instalarían en el césped del Estadio.
Para el evento se contó con la colaboración, por si se tenía que intervenir, de Policía Nacional, incluidas Fuerzas Antidisturbios, Policía Municipal, Cruz Roja y Protección Civil, en un número considerable que sin restar libertad a ninguno de los presentes, trataría con su presencia, bien de calmar un poco los ánimos a los que trataran de pasarse, bien de atender lipotimias, mareos, ataques de histeria y similares con el fin de que todo quede en una agradable velada, digno inicio de unos festivales veraniegos de calidad.
Así pues, miles de personas presenciaron el concierto. La canción “Bienvenidos” abrió el mismo, que con un sonido de sesenta mil vatios y unas luces de doscientos cincuenta mil entusiasmó al público asistente.
El espectáculo sirvió de inauguración de los II Festivales de Verano, organizados por la Delegación de Cultura del Ayuntamiento.
El verdadero protagonista de la jornada fue el público. Sus incansables palmas y saltos al compás de las canciones pusieron la nota de vibración y color que siempre caracterizan las actuaciones de Miguel Ríos. Este cantó diversos temas del elepé “Rock’n Ríos”, grabado en directo el año anterior durante un concierto en el pabellón de deportes de Madrid, que fueron coreados por los asistentes. Aunque por supuesto tampoco se olvidó de su última grabación “Rock de una noche de verano”, motivo principal de esta gira del rockero. El tema que dio título a su último plástico fue muy aplaudido, como lo fue también la presentación de toda la banda que acompaña a Miguel Ríos:
Mario Argandoña y Sergio Castillo, que maravillaron al personal con sendos solos; Tato Gómez, al bajo, que hizo un derroche de fantasía, haciendo honor a ese rumor que dice que es, secretamente, el director musical del grupo. Al saxo estaba Jorge Pardo, lo cual sorprendió a los entendidos incondicionales que sabían que en la lista figuraba el nombre de Mark Rico Rivera como encargado de tal instrumento. Los guitarristas Paco García y John Parsons fueron los últimos en ser presentados. Pero fue, al igual que el año pasado en El Puerto de Santa María, esta vez aquí, donde Thijs Van Leer arrolló con sus sintetizadores y teclados.
Pero otras figuras subieron al escenario del Estadio Domecq en esa inolvidable noche. Intérpretes a los que “teloneros” porque está muy claro que no lo eran, que ya en numerosas ocasiones habían dejado bien alto el pabellón de buenos rockeros: Luz y el grupo Leño. La primera abrió su actuación con la conocida canción “Ciudad sin Ley”, pero fue su éxito “Eres Tú” la que caldeó a la gente, siendo esta la canción más aplaudida de cuantas interpretó. Un poco más de media hora duró su actuación, que fue acompañada por otra banda distinta a la de la grabación de su disco, pero en Jerez estuvo a su lado el grupo de Miguel Ríos.
Por su parte, el grupo de rock “Leño” se constituyó en la revelación del concierto, con Rosendo a la guitarra, Toni al bajo y Camino a la batería. Una hora larga ocupó su actuación.
Grandes pantallas de video con imágenes de la actuación o de la labor de los técnicos por la mañana preparando el escenario coronó el espectáculo.
Por su parte, la atracción de los hermanos Gordini no se puede ni se debe ser olvidar, que con sus motos volantes animaron el espectáculo por el aire de forma soberbia.
Como es casi normal en un evento de estas características, varios incidentes se produjeron durante el concierto.
Los altercados tuvieron lugar en los alrededores y exteriores del Estadio Domecq, donde, desde temprana hora, se fue aglomerando un numeroso grupo de personas, hasta hacerse masivo al ir cayendo la noche.
El incidente más grave se produjo cuando, al parecer, unos individuos arrojaron, en una de las calles que rodean el recinto donde se celebraba el concierto, una especie de cóctel Molotov, cuya explosión causó el lógico y natural pánico entre las personas que se encontraban en aquel lugar en esos momentos. Según se supo después, fuerzas antidisturbios de la Policía Nacional tuvieron que cargar contra el grupo que lo arrojó el explosivo, tras lo cual quedó establecida la calma. Se efectuaron varias detenciones. Por otra parte, se produjeron durante el concierto, lo que podríamos llamar incidentes normales dentro de este tipo de acontecimientos, como las explosiones de petardos y algunas que otras peleas, varias de ellas de carácter algo grave, pues en seguida hacían su aparición las botellas rotas.
También se informó que fueron destacados para esta ocasión en los alrededores del Estadio Domecq 300 policías nacionales y de 60 a 80 agentes municipales. La Dirección General de Protección Civil tuvo montada una red de transmisiones en colaboración con radioaficionados, al tiempo que la Cruz Roja disponía de vehículos de evacuación en caso de que fuera necesario, así como un puesto de primeros auxilios dentro del recinto.
Lo que mueve el Rock de una Noche de Verano
Pues una cantidad impresionante de material, un ingente número de personas se moviliza en la visita de las 32 ciudades españolas donde se lleva a cabo toda la “Movida” del rock de una noche de verano.
29 vehículos, entre los que se encuentran, 10 impresionantes trailers, recorrieron aquel verano las carreteras españolas, de pueblo en pueblo. Los autobuses que en su día sirvieron a las selecciones de fútbol de España y Kuwait para desplazarse durante el Mundial 82, transportaban en esa ocasión a todo el personal que componía la espectacular cabalgata, 126 personas en total.
Para terminar. En una de las páginas del Diario La Voz del Sur viene recogida la cartelera de los cines que había en aquel entonces en Jerez (VER FOTO ADJUNTA). Había sesiones matinales en el cine Jerezano, Lealas y Delicias. Daban “Oficial y Caballero” pero para mayores de 16 años y “En busca del Arca perdida” para todos los públicos.
Los datos para esta publicación los he cogido del diario La Voz del Sur de los días anteriores y posteriores al día del Concierto de Ríos en Jerez. También de un artículo de Pedro González, publicado el 14 de diciembre de 2020 y otro de Antonio J. Blázquez publicado el 30 de junio de 2022.
Enrico Bombolini